Aquí va una receta de cuchara. No es difícil pero sin un pelín delicada. La base del mousse es la misma para el chocolate negro o blanco. En general los mousse necesitan "aire", y ese aire se lo da bien la nata como en este caso, bien el merengue. Normalmente el chocolate negro cuaja antes y mejor que el blanco, creo que es por la densidad de grasa. A mi me gustan los mousses sin gelatina porque me parecen más artificiales, y porque al añadir otros elementos que cuajan el liquido, también le aportan sabor. Pero claro, para los de frutas, la gelatina lo hace todo más fácil.


Ingredientes (para 6-8 unidades)

- 150 gr de chocolate blanco de repostería
- 150 gr de chocolate negro de repostería
- 5 yemas de huevo
- 120 gr de azúcar
- 400 ml de nata para batir

En primer lugar hay que meter en la nevera unas horas tanto la nata como el recipiente y gancho de batir (o varillas si lo vais a hacer manual). También se puede meter en el congelador, en este caso entre 10-15 minutos. Es importante que tanto el recipiente como el gancho o varillas estén bien secos y limpios para que la nata suba bien.

Derretimos los chocolates por separado, bien en el microondas, bien al baño maría. El único cuidado que hay que tener es que hay que vigilarlo. Es decir, si lo ponemos al baño maría, me gusta ir removiendo frecuentemente. No hace falta que se disuelva todo, el propio calor del chocolate líquido puede derretir el que no está liquido sólo con el movimiento de mezclado y fuera del fuego. Si lo hacéis en el microondas, en este caso, yo abro cada 10-15 segundo y lo muevo bien. Si nos pasamos en ambos casos, el chocolate se quema. Una vez disuelto tarda mucho en volver a endurecer, sobre todo si lo tenemos todo junto, y cómo lo queremos frío para añadir al resto de los ingredientes, yo prefiero no apurar a la hora de calentar y darle un poco a la muñeca.



En otro recipiente mezclamos el azúcar y las yemas y batimos bien con las varillas para meter el aire que le viene tan bien al mousse.

Cuando la nata está fría, montamos. Cuidado con el montado, porque si nos pasamos se corta. El punto perfecto es el de picos blandos, es decir, si cogéis las varilla y las das la vuelta hacía arriba, la nata se queda semi-rígida, sin caer.

Con movimientos envolventes mezclamos la nata con las yemas. Hay que hacerlo despacio para conservar la esponjosidad. Una vez integrado, repartimos en partes iguales entre los distintos chocolates, y vamos mezclando con cuidado. Poco a poco se va todo integrando y ya tenemos nuestro mousse.


Para la presentación, yo he utilizado un pared de aluminio que luego he retirado, pero podéis meterlos cada uno en una manga y hacer formas, o llenar un vaso hasta la mitad de un color y el resto de otra. Podéis añadir por arriba frutos secos, galletas, barquillos. En este caso, yo he hecho unas figuras de chocolate negro.


He reservado un poquito del que había fundido, y lo he puesto en un aplicador. El mio es uno de Lekuè, pero lo podéis hacer con una manga pastelera y una boquilla fina. Se hacen las figuras en una superficie fría, en mi caso, he utilizado una bandeja de galletas cubierta con papel sulfurizado. Una vez frías, se pueden poner como decoración encima de los mousses.



Y ya está






Espero que os haya gustado


One Comment

  1. Hola Soledad,

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